8 blues electrónicos desde el olvido
I.
enamorado de muerte,
descendí a un infierno
del cual tu cáliz no pudo salvarme
descendí a un infierno
del cual tu cáliz no pudo salvarme
aún así,
continué, asedié, perseveré
hasta rumiar la distancia
continué, asedié, perseveré
hasta rumiar la distancia
remanente entre tú y yo
desvaneciéndote entre las sábanas,
agitas tu
mano
en un adiós
nunca le podrás robar
el fuego
al infierno.
II.
una noche descendiste
como paloma de pétalos
saliste a la calle
a sublimar
las oscuridades
laberínticas,
a quitarle
profundidad
a la inacción
el corazón es servil
en su torpe astucia
y nos hace errar
de maneras histriónicas
así, cuando giraste el mundo
en su torpe astucia
y nos hace errar
de maneras histriónicas
así, cuando giraste el mundo
que hacía de
perilla en la puerta,
tu mano acabó siendo cola
de viento
los absurdos siempre
llegan con poco esfuerzo
los absurdos siempre
llegan con poco esfuerzo
atrás quedaste
en el catre
gorjeantes
gusanos
se engordaban
en tu pecho
y tomaban
forma de poema
forma de poema
náusea, náusea,
náusea— gloria a mí.
III.
bajo el roble,
le levanté la falda a la lluvia
le levanté la falda a la lluvia
sin temor a
cegarme
por el sol depilado
y el Brazilian wax
y el Brazilian wax
su sexo de agua
inundó mi boca
hubiese sido
digno de pornificarse
pero ya la noche
había graznado en mis ojos
inundó mi boca
hubiese sido
digno de pornificarse
pero ya la noche
había graznado en mis ojos
IV.
sabía que las
flores
no radiarían
igual
desde aquella
noche
en que remamos
por la oscuridad
y al regresar a
casa
tomamos el camino
más corto
yo no miré hacia
atrás
tampoco dije nada
la angustia de
las palabras
sólo está
destinada a leerse
V.
primar el oído
sobre la vista
Ray Charles
amasa notas azules
que poliniza
con gran
inmisericordia
escuchar
es otro modo
de excitación
y el poema
de tu cuerpo
canta
como un ojo de agua
de tu cuerpo
canta
como un ojo de agua
en mis manos que te mendigan
VI.
todo sería
un displicente retorno
un displicente retorno
a la antinomia
del paraíso
no un punto
en la geografía
del signo,
sino un estado
del ser
ya abatidos los
reproches,
no queda más
que la memoria
de las palabras
espléndido
letargo
del sexo ensayado;
circunvalación
de la piel
cerrada
por la lejanía
petulante moriviví
te sobrecoges
al toque de mis
dedos
VII.
al séptimo día
tu llanto crispó
como vidrio
al séptimo día,
te acostaste con
el enmudecido sol
a tus pies se
tendió
el vacío:
sublimar
la pérdida
de un ojo
no te
devuelve la perspectiva
tus pómulos se
destemplan
tus labios se
agrietan
escupes el placer
entre saliva y
sangre,
vomitas dientes
VIII.
es el estruendo
de lo que no te nombra,
cavila mi paz
de alejarme de ti
distancia en proporción
a mi lejanía
extraña y elusiva
quedas de ti
sin mí
al menos
compartimos
aros de humo en la oscuridad