afán de pérdidas
va en llaga
lenta
la bala alojada
en mi pierna
como un domingo
pernicioso
en su templanza
hepática,
y yo agotado sobre
la teclas,
donde mis dedos
goterean
un bosque de
letras
del modo en que
el viento
mueve las olas
sobre el cristal
del verso– un
fantasma prestado
para morir de
lo dicho–
mientras en mi
ventana
los aviones
despiertan
a la mesa de la
partida
sin ganas de
regresar
en la
complicidad compartida
de quien se
deja devastar
en un afán de
pérdidas
mas sin
perderle el sabor
a tu nombre